"Todo el día se hiere con los duros trazos de luz que arranca de la sombra.

Y de su propio lento incendio se alimenta.

La mano del hombre que cifró el dibujo no se quema.

De su reposo, de su fijeza, sabe más el fuego y no la daña.

A salvo la preserva en un asilo de llamas dóciles".
 

Jorge Esquinca